Emblema de la ciudad, aúna los espacios de ocio con la devoción religiosa y un agradable paseo contemplando piezas cerámicas únicas. Sus arcos invitan a entrar y contemplar rincones como la Fuente de las Ranas, monumento ejecutado en 1924 en el taller de Ruiz de Luna y recreada en el año 2004.
La factura afrancesada de los jardines se complementa con elementos constructivos como pilares, bancos, maceteros o estanques repletos de azulejería cerámica y con una importante influencia árabe en el uso del ladrillo. Destaca el Estanque de los Patos, rincón muy querido por los talaveranos y fiel reflejo de la arquitectura cerámica de la ciudad.